LA CRUZ DE "EL TESORO"

El pasado Viernes Santo, 14 de abril, Villamayor de Calatrava saldó una deuda con la Cruz que preside el pueblo desde lo alto del cerro "El Tesoro". A las nueve de la mañana una expedición de churriagos, junto con los dueños de la finca homónima, donde se encuentra el citado monte, accedieron por la cara norte a la cima del mismo, donde se encontraba sólo el larguero, de álamo negro, de la antigua Cruz que los Misioneros Paúles erigieron en la segunda quincena de octubre del año 1954 con motivo de la Santa Misión que realizaron en Villamayor.

Testigo de excepción del evento, de hace casi 52 años, es Adolfino García Mosqueda quien nos cuenta que fueron casi la totalidad de los jóvenes del pueblo, entre los que se encontraban gran parte de los integrantes del equipo de fútbol, "escalando" por la cara sur de "El Tesoro", por la senda de la "Piedra del Mesón", con la Cruz desmontada. Los dos misioneros, ataviados con sus sotanas, algo fatigados por lo difícil de la ruta elegida, presidieron el acto.

Por lo que nos cuentan, la labor que realizaron don Miguel P. de Gracia y Julián Castaño del 17 al 28 de octubre de 1954 dejó huella. Llevaron a cabo una labor catequética muy intensa, acompañada de la celebración de los sacramentos y de actos como el rezo del Rosario de la Aurora a las seis y media de la mañana, que tuvieron la participación de prácticamente la totalidad del pueblo, que guarda aún un cariñoso recuerdo de aquellos días, siendo la Cruz en lo alto del cerro su recuerdo.

La Cruz ya recibió cuidados de conservación hace unos años pero ha sido ahora, tras su deterioro definitivo, cuando, a iniciativa de Antonio Rodríguez León, se ha tomado la determinación de levantar una nueva Cruz, siendo el encargado de su construcción Salvador Sanz que la ha realizado teniendo ésta unas dimensiones de tres metros y medio de alto y el crucero una longitud de metro y medio.

Joaquín Clemente y Javier Monescillo han sido los encargados de realizar la obra de albañilería necesaria para que la Cruz se mantenga de pie. Con un vehículo conducido por el guarda de la finca, Manuel Fernández, fueron subidos todos los materiales y la cruz desmontada, hasta unos doscientos metros de donde se encontraba la primitiva, colocando la nueva en el mismo emplazamiento que aquella tenía. Tras el trabajo, los dueños de la finca y sus respectivas mujeres obsequiaron a los que subieron, entre los que se encontraba también Tesoro Monescillo y unos chiquillos, con unas migas para reponer fuerzas y celebrar el acontecimiento.
Falta ahora la colocación de una placa en la citada Cruz para dar testimonio de lo que esos maderos representan y por qué están ahí.

Todas las acciones que realizamos tienen una repercusión y nos debe servir de ejemplo el apostolado que dos jóvenes misioneros realizaron a mediados del siglo XX en el corazón del Campo de Calatrava y que aún hoy se recuerda. Por eso, desde aquí animo a todos los cristianos del siglo XXI a que no perdamos ocasión para defender y difundir nuestra fe hasta incluso encima de los montes.